En lo que respecta a la apariencia física y particularmente a la pérdida de peso, todo el mundo desea resultados inmediatos: “¿Qué es lo que debo comer, cómo me debo ejercitar y qué productos debo consumir para transformar mi cuerpo rápidamente?”, solemos preguntarnos.
Esta obsesión con la inmediatez es lo que alimenta a una industria millonaria basada en ofrecer respuestas sencillas a preguntas complejas. El resultado son incontables “dietas”, “planes” y “retos” que prometen resover todas estas cuestiones rápido y sin esfuerzo. Un ejemplo de esto es la “dieta alcalina”. Aquí te explicamos en qué consiste y si funciona como dicen sus promotores o no.
¿Qué es una dieta alcalina?
Se trata de un régimen de alimentación basado en el consumo de alimentos que, según afirman sus defensores, tienen el potencial de modificar el pH del cuerpo, volviéndolo más alcalino y menos ácido. Si recuerdas tus clases de química sabes que el pH es una escala que mide la acidez o alcalinidad de una sustancia. Un pH de 7 es considerado neutro; uno menor que eso es ácido y mayor es alcalino.
El pH de la sangre debe mantenerse dentro de un rango que va de 7.3 a 7.4. Si sale de estos márgenes, el riesgo es mortal. Afortunadamente, el cuerpo regula el pH de la sangre de forma autónoma. Esto a través de los pulmones y riñones.
La dieta alcalina promueve el consumo de alimentos considerados alcalinos como frutos, vegetales, nueces y legumbres. Dentro de este esquema se elimina el consumo de carnes, pescados, lácteos, huevos y alcohol. Estos últimos son considerados ácidos.
La razón detrás de esto, de acuerdo con quienes siguen y difunden esta dieta, es que las enfermedades se desarrollan en un ambiente ácido, de manera que si podemos elevar el pH y hacerlo más alcalino, podremos prevenir padecimientos como el cáncer, la diabetes o la osteoporosis. Hasta el momento no hay un respaldo científico para estas afirmaciones.
¿Funciona la dieta alcalina?
No funciona como dicen quienes la promueven, pero eso no significa que no tenga ningún beneficio. Consumir alimentos naturales y evitar los procesados es en sí misma una buena estrategia para mejorar la salud. Adicionalmente, si el consumo total de calorías en el día es menor que la cantidad de energía utilizada, a lo cual llamamos déficit calórico, entonces la persona perderá peso. Ambas cosas pueden suceder con una dieta alcalina (y con muchas otras), pero eso no tiene nada que ver con el pH del cuerpo.
El principal obtáculo para que la dieta alcalina funcione como dicen quienes la defienden es que la dieta no es capaz de modificar de forma significativa el pH de la sangre. Lo que sí se modifica es el pH de la orina. Algunas personas utiizan este último dato como si fuera equivalente al primero pero no es el caso. De la misma forma que el pH del estómago, que es necesariamente ácido para poder digerir los alimentos, no es representativo del pH de la sangre, tampoco lo es el de la orina.
Dicho de otra manera, en personas saludables, lo que coman no va a impactar el pH de la sangre, ya que el cuerpo lo regula automáticamente. A esto se le llama homeóstasis ácido-base y sucede a través de varios mecanismos. Dos de los principales son los siguientes: 1. Producción de iones de bicarbonato en los riñones. Estos neutralizan la acidez en la sangre, reestableciendo el pH adecuado. 2. Eliminación del dióxido de carbono de la sangre mediante el sistema respiratorio.
Todo lo anterior aplica para los alimentos, pero también para las bebidas. ¿Has visto que está de moda el agua alcalina? Esta se comercializa con el mensaje de que puede mejorar la salud, pero lo que ocurre en cuanto el agua alcalina entra en contacto con el ambiente ácido del estómago es que se neutraliza. Consumir agua alcalina es una buena forma de tirar tu dinero a la basura.
¿Cuáles son los riesgos de la dieta alcalina?
El primero es gastar tu dinero en algo que no tiene bases científicas. Muchas personas querrán venderte un recetario, plan de alimentación, curso en línea o algún producto “alcalino” para modificar el pH de tu cuerpo y con esto evitar las enfermedades. Nada de eso es cierto, pero eso no significa que consumir los alimentos que recomiendan vaya a hacerte daño.
Como decíamos arriba, consumir alimentos naturales y nutritivos como frutos y vegetales es una buena idea y definitivamente deberías incluirlos en tu alimentación, pero no porque vayan a modificar el pH de tu sangre, sino por sus nutrientes.
Lo que sí es problemático es creer que los alimentos ácidos como carnes, lácteos y huevos deberían desaparecer de tu dieta. Se trata de alimentos saludables que aportan macro y micronutrientes que el cuerpo necesita. como explica la Escuela de Medicina de la Universidad de California: “si alguien adoptara la dieta alcalina estricta con 80% de alimentos alcalinos y 20% ácidos, como recomiendan algunos sitios, podría haber un mayor riesgo de deficiencia de ciertas vitaminas y de proteínas”.
Quizá parezca aburrido porque no suena mágico, excepcional o digno de ponerlo en una etiqueta, pero la mejor forma de mejorar tu salud y perder peso no es seguir una dieta restrictiva, sino consumir alimentos naturales y ricos en nutrientes en las proporciones adecuadas.
No debes temerle ni a los alimentos ácidos ni a los carbohidratos, las grasas o las proteínas. Todo esto es necesario para que el cuerpo funcione de manera adecuada. Si necesitas asesoría, acude con una nutrióloga que te ayude a diseñar un plan alimenticio sostenible que disfrutes. Esa es una buena inversión de tu dinero, tiempo y esfuerzo.
Un dato relevante sobre el origen de esta dieta: El creador es un hombre llamado Robert O. Young, autor de libros de medicina alternativa. Young no es médico y de hecho fue arrestado por practicar medicina sin una licencia. Aconsejó a una mujer que tratara su cáncer con la dieta alcalina y afirmó que la había curado. Ella murió poco tiempo después una vez que su padecimiento se tornó grave e incurable. Young enfrentó una demanda como consecuencia y se le ordenó pagar 105 millones de dólares como compensación.
En resumen
La dieta alcalina busca modificar el pH del cuerpo para volverlo más alcalino y menos ácido, esto porque, según sus defensores, las enfermedades se desarrollan en un ambiente ácido, de manera que si logramos elevar el pH de la sangre, podremos prevenirlas. El problema con esto es que lo que comemos no impacta significativamente al pH de la sangre, sólo al de la orina. Esto porque el cuerpo cuenta con mecanismos diseñados para mantener el pH de la sangre dentro del rango óptimo, independientemente de lo que comamos o bebamos.
Consumir alimentos considerados alcalinos no es dañino, lo que sí podría serlo es evitar alimentos considerados ácidos que en realidad son saludables y necesarios.