Hoy abordamos uno de los mitos o malentendidos más difundidos entre las personas que apenas comienzan a hacer ejercicio y están en busca de un cuerpo fuerte y musculoso. Se trata de la idea de que, mediante el entrenamiento, la grasa corporal puede transformarse en masa muscular. Te explicamos por qué esto no es posible y qué es lo que deberías hacer para perder grasa y ganar músculo.
La diferencia entre el músculo y la grasa
El cuerpo se compone de cuatro tipos básicos de tejidos: conectivo, epitelial, muscular y nervioso. Cada uno de estos tiene funciones y características específicas que lo diferencia del resto. Los tipos que nos interesan hoy son el tejido conectivo, del cual se desprende el tejido adiposo (la grasa corporal), y el tejido muscular.
La grasa
El tejido adiposo o grasa corporal tiene varias funciones pero las principales son almacenar energía y preservar el calor del cuerpo. En cuanto a lo primero, es importante saber que el cuerpo puede utilizar la grasa corporal como combustible para moverse, aunque esto ocurre primordialmente en actividades aeróbicas de baja intensidad. Cuando hacemos entrenamientos de alta intensidad, y el ritmo cardiaco se eleva, tendemos a usar primordialmente el glucógeno almacenado en los músculos y el hígado como combustible.
La grasa, como puedes ver, no sólo no es nociva, sino que en cantidades adecuadas es indispensable para el cuerpo. El problema, por supuesto, es cuando se acumula en exceso ya que esto puede conducir a enfermedades. Salvo en caso específicos, como un nivel muy elevado de obesidad, conservamos el mismo número de células grasas a lo largo de la vida, lo que ocurre es que incrementan o reducen su tamaño según el estilo de vida que llevemos.
El músculo
El tejido muscular, por otro lado, se divide en tres: cardiaco, liso y esquelético. Este último comprende los músculos que movemos de forma voluntaria y que le brindan soporte al cuerpo. Estos músculos son lo que nos permite movernos.
Debido a que cumplen funciones distintas, las células grasas, llamadas adipositos, y las de los músculos, conocidas como miocitos, son completamente diferentes y no son intercambiables. Ambas pueden incrementar su tamaño o reducirse, pero sin importar el tipo de ejercicio que hagas o lo que comas, no modificarán su estructura.
Al igual que ocurre con las células grasas, las musculares no se multiplican, sino que incrementan su tamaño o se reducen como respuesta a un estímulo o la falta del mismo.
Cómo ganar músculo y perder grasa
Un cuerpo fuerte y magro es el resultado de dos procesos distintos: la ganancia muscular y la pérdida de grasa. Mediante el entrenamiento y la dieta, podemos estimular al cuerpo para que incremente el tamaño de las células musculares y reduzca el de las células grasas. A esto se le conoce como recomposición corporal.
Es decir que si quieres tener un cuerpo musculoso, no hay razón para que “primero ganes grasa y luego la conviertas en músculo”. El cuerpo no funciona así. Lo que sí es cierto es que la manera más eficiente de ganar masa muscular es mediante un superávit calórico acompañado de entrenamiento de fuerza.
Si el superávit en cuestión es considerable, ganarás músculo pero también algo de grasa (a esto se le conoce como “fase de bulking o de carga” en el mundo del fisiculturismo). Posteriormente, mediante un déficit calórico acompañado de entrenamiento, puedes perder esa grasa pero preservando el músculo ganado (“fase de cutting o definición”).
Hay atletas a los que no les gusta realizar fases de bulking y cutting porque prefieren tener buena definición muscular de forma permanente. ¿Es posible ganar músculo manteniéndote magro? Sí, lo es. Pero toma más tiempo y requiere mucha disciplina.
Al respecto es importante decir también que si experimentas una recomposición corporal es posible que no pierdas peso e incluso incrementes un poco. Pero si ese peso se compone de masa muscular primordialmente y no de grasa, es perfectamente saludable. Es por eso que no te recomendamos tener como objetivo simplemente “perder peso”. El número en la báscula no necesariamente es representativo del estado de salud o el atractivo físico, salvo en casos de sobrepeso u obesidad considerables.
Puedes seguir pesando lo mismo pero si tienes más músculo y menos grasa, tu ropa tenderá a quedarte grande ya que lucirás más compacto. El músculo no pesa más que la grasa (otro mito común), pero sí es más denso, es decir que ocupa menos espacio. Por tanto, si quieres lucir fuerte, atlético y magro, te recomendamos poner más atención a qué porcentaje de músculo y grasa tienes, en vez del peso total. Y, por supuesto, que te acerques con un experto o experta en nutrición. Nosotros te recomendamos a Ivonne Vargas.
En resumen
Debido a que cumplen funciones distintas, las células grasas, llamadas adipositos, y las de los músculos, conocidas como miocitos, son completamente diferentes y no son intercambiables. Ambas pueden incrementar su tamaño o reducirse, pero sin importar el tipo de ejercicio que hagas o lo que comas, las primeras no se convertirán en las segundas (ni sucederá lo opuesto). Es decir que si quieres tener un cuerpo musculoso, no hay razón para que “primero ganes grasa y luego la conviertas en músculo”. El cuerpo no funciona así.