En WRP le hablamos a los atletas de todos los niveles, desde los principiantes hasta aquellos que tienen décadas de experiencia. Con esto en mente nos parece importar contar tanto las historias de quienes se encuentran en la élite mundial (como Jahir Ocampo y Nuria Diosdado), como las de aquellos cuyo objetivo no es competir con otros, sino superarse a sí mismos. Se trata de personas normales que un día decidieron averiguar qué tan lejos podían llegar. Luis Knapp es una de estas personas. Conversamos con él sobre lo que le ha enseñado el deporte.
Como millones de personas allá afuera, Luis Knapp creció practicando una variedad de deportes. Desde pequeño adquirió el gusto por el tenis, disciplina que continúa practicando hasta la fecha, y por el futbol. Demostró aptitudes para este último, lo cual lo llevó a jugar en las fuerzas básicas del club Morelia. “Sí era bueno y me gustaba pero tenía que estudiar en la tarde y entrenar en la mañana. Decidí que no quería eso”, cuenta.
Su vida dio un giro cuando descubrió que también tenía talento para la música. “En la secundaria aprendí a tocar la guitarra de oído y me di cuenta de que cantaba bien. Empecé a componer canciones y me metí a concursos de canto. En un concurso que gané me tocó abrirle el concierto a Banda Machos. El manager, que trabajaba en Sony Music, me escuchó y me dijo ‘¿por qué no lo hacemos de forma profesional?’. Grabamos un dummy en Guadalajara, él lo presentó en Sony Music, me firmaron y me fui a Los Ángeles.
El origen de la pasión
“Cuando estuve allá fue un punto muy importante porque fue ahí que nació el amor por correr. Vivía solo y me salía a correr en los suburbios de Palm Springs donde vivía”. En ese momento, el running era un pasatiempo, una manera de mantenerse en forma y una fuente de placer, pero Luis no imaginaba el protagonismo que éste cobraría más adelante en su vida.
Su carrera musical lo llevó a la conducción y eventualmente regresó a México. Si bien continuaba corriendo con asiduidad aún no se había planteado prepararse en serio para una prueba. La llama se encendió gracias a su competitividad. “Uno de mis amigos corría y me dijo que su mejor tiempo de 21K era 1:45. En ese momento dije ‘quiero superar ese tiempo’”.
En su primer medio maratón se quedó a cinco minutos de la marca que había conseguido su amigo. En vez de desanimarlo esto lo hizo interesarse más por el entrenamiento. “Me puse a investigar para descubrir cómo bajarle a ese tiempo. Lo que hacía era bajar programas de internet”. Cada vez más motivado pero aún sin apoyo de un entrenador, Luis corrió su primer maratón en San Francisco. “Terminé y me sentí bien, pero yo sabía que podía dar más. Me quedó el mal sabor de boca de pensar que podría haber corrido mejor”.
La importancia de un buen entrenador
Su resistencia a acudir con un experto se debía a algo común entre aquellos que crecieron practicando deportes. “Tenermos un gran defecto quienes siempre hemos hecho ejercicio, creemos que no necesitamos a un coach que nos diga cómo hacer las cosas bien. Pensamos que podemos entrenar solos, pero cuando queremos hacerlo a nivel competencia nos damos cuenta de que no es tan fácil”.
Finalmente se sentó con el entrenador Emilio Flores, triatleta y cofundador de la plataforma de entrenamiento Even. “Le dije ‘me gusta correr pero soy un corredor amateur. Yo represento a casi toda la gente que lo disfruta pero nunca se ha metido a ver su técnica y aprender a correr bien. Quiero correr un 3:30 en maratón’”. Comenzó a trabajar bajo la guía de Emilio y en el terreno de la nutrición se apoyó en Ivonne Vargas (nuestra nutrióloga favorita). “Llegué con ella pesando 84 kilos”, relata Luis. “Antes de irme al maratón pesé 77”.
Sus tiempos comenzaron a bajar. “Entendí lo que era la cadencia y el ritmo que necesitaba para lograr el 3:30. Comprendí que a veces sales muy rápido y te quemas o sales muy lento y te come el tiempo. Lo que debes hacer es aprender a medir el ritmo. Yo estaba haciendo el 5K en 25 minutos, luego bajamos a 23, hasta que llegamos a 19 y fracción”.
Emilio vive en Monterrey y entrena a muchos atletas vía remota. Cuando volvió a Ciudad de México a reencontrarse con Luis se sintió sorprendido por su progreso. “Vino a México y corrimos un 21K. Los últimos 3 los corrimos a paso de 4:15”. Emilio sabía que si Luis continuaba progresando así, ese 3:30 sería una realidad.
La hora de la verdad
“Cuando a uno de mis amigos le dije ‘voy a hacer 3:30 en Chicago’, me dijo ‘te apuesto lo que quieras a que no’”, relata Luis. La fecha llegó y un Luis renovado, más ligero y mejor preparado se enfrentó de nuevo al maratón. Un tiempo de 3:29:59 había bastado para que probara su compromiso y capacidad pero eso no fue lo que ocurrió. Luis cruzó la meta en 3 horas y 14 minutos.
“Traté de aplicar todo lo que aprendí en el entrenamiento y apreté en los últimos 10K para cerrar bien. Cuando llegué a la meta se me puso la piel chinita. No nada más había bajado de 3:30. Logré un tiempo en el que nunca había pensado. Me di cuenta de que si te esfuerzas y le echas ganas lo puedes lograr”.
La diferencia entre su primer maratón en San Francisco y el segundo en Chicago fue de más de 45 minutos. ¿La clave? Estar dispuesto a escuchar a los expertos. Suena fácil, pero requiere un acto de humildad del que muchos no son capaces.
Luis posee una de las cualidades que más aprecian los entrenadores. Es lo que en inglés se conoce como “being coachable” o ser entrenable. Esto significa tener la voluntad de escuchar y aprender. Eso nos recuerda una frase que dijo alguna vez un tal Michael Jordan: “Mi mejor habilidad es que era entrenable. Era una esponja, estaba agresivamente dispuesto a aprender”.
Los puntos que llevaron a Luis a restarle más de 45 minutos a su tiempo de maratón y convertirse en un atleta mucho más completo:
- Es muy importante que te comprometas con tu objetivo.
- Hazle caso a tu coach.
- Rétate a ti mismo. No te conformes. En ese momento en que estás cansado, ahí es donde empieza el entrenamiento.
El futuro
Como le ocurre a cualquiera una vez que empieza a ver resultados, Luis no se siente satisfecho aún y sabe que tiene mucho más por dar. “Desafortunadamente este año no se hizo Berlín pero la meta del próximo año es superar ese 3:14”, asegura. Después de eso viene completar los Marathon Majors y un maratón en África que ha querido correr desde hace años. Pero eso aún está muy lejos y sabe que para que todo eso suceda tiene que seguir trabajando.
A la par de todo esto, Luis continúa su trabajo como conductor y es papá de dos niñas. No es fácil encontrar el tiempo pero sabe que su pasión deportiva lo ayuda a rendir mejor en otras áreas. “Creo que el ejercicio puede ir a la par de cualquier ocupación. Puede sonar muy cursi, pero creo que el ejercicio es el alimento del alma. Si haces ejercicio empiezas tu día con una actitud completamente diferente y al notar cambios en tu cuerpo te ayuda a darte cuenta de que puedes superarte y hacer más”.
La mejor recompensa
A pesar de la fijación que suelen tener todos los atletas que se toman su práctica en serio con las cifras, lo más gratificante no está en los tiempos o las medallas, sino en el impacto que generas en los demás. “Me voy a correr por las mañanas y cuando regreso mis hijas están despiertas. Victoria, que tiene 3 años, ya entiende y me dice ‘Papá, ¿fuiste a correr?’”.
Hace unos días, Luis corrió un maratón virtual como parte de la carrera HOVR de Under Armour, un reto internacional en el que distintos países latinoamericanos compitieron por sumar la mayor cantidad de kilómetros. Luis fue el capitán de la escuadra mexicana. “Este último maratón fue muy emotivo porque nunca me había tocado que me recibiera mi hija”, cuenta emocionado.
Lo mejor de la ocasión no fue la transmisión en vivo vía Instagram ni tener un maratón más en la bolsa, sino ver a Victoria esperándolo deteniendo una cartulina. “Que me diga ‘yo quiero correr’ e inculcarle el deporte, eso es lo mejor”.