En WRP nos queda muy claro que todos nacimos para movernos. Sin importar el tipo de cuerpo que tengamos, el género, la edad o cualquier otra consideración, todos somos capaces de llegar mucho más lejos de lo que pensamos. Desafortunadamente, la mayoría de las personas nunca exploran esta capacidad y su potencial se queda por siempre en reserva.
Puedes culpar a los horarios de oficina, nuestra obsesión colectiva con los servicios de streaming o la simple y llana falta de motivación, pero el caso es que son pocas las personas que están allá afuera llevando sus cuerpos al límite día con día. Roberto Saavedra es uno de ellos. Platicamos con él sobre su pasión por el running y los sacrificios que se requieren para llegar a lo más alto.
Los inicios
Roberto tenía apenas cinco años cuando empezó su vida deportiva, algo común entre los personajes que hemos entrevistado aquí (Jahir Ocampo, Tatiana Serur y Cynthya Lozada). Sus padres, que acostumbraban correr, lo llevaron a que probara con distintos deportes. “Inicié con Tae Kwon Do, luego jugué futbol, beisbol y tenis”, cuenta. “Cuando tenía nueve años fui al deportivo donde ellos corrían, había un grupo de niños de mi edad y eso fue lo que me atrajo. Ahí empecé”.
Después de sólo tres meses de entrenamiento sorprendió a propios y extraños, pero sobre todo a sí mismo, con su enorme talento. “Empecé en septiembre y mi primera competencia fue un escolar en diciembre. Corrí 800 metros. Recuerdo que antes de competir estaba super nervioso y me dio dolor de caballo pero cuando salí se me olvidó por completo. Gané y creo que al segundo lugar le saqué como 150 metros. Esa sensación de poder fue lo que me atrapó y me quedé ahí”.
En ese momento, Roberto vivía y entrenaba en Ciudad de México. Su evolución en el deporte fue acelerada y constante durante los años siguientes. “A los 11 o 12 años corrí un 5,000 m en 16:40. Veía mucho futuro en el medio fondo”, relata. Antes de continuar nos gustaría que te imagines eso: un niño de primaria que corre 5K a un ritmo de 3:20 el kilómetro. Eso no es algo que se ve todos los días. Poco tiempo después, la familia Saavedra se mudó a Mérida, Yucatán, y con este cambio vino un complicado periodo de adaptación.
El primer obstáculo
“El entrenamiento era muy diferente. Allá no hay entrenadores de medio fondo. Seguí corriendo 800 y 2,000 metros pero fueron años complicados, realmente no avanzaba tanto. A nivel regional siempre ganaba pero cuando llegaba al nivel nacional había una brecha muy grande con respecto a los estados del centro”.
A pesar de las dificultades, después de algunos años Roberto dio un salto de calidad de nuevo: “Quedé en quinto lugar en una olimpiada nacional. Competimos en Toluca (2,600 msnm) y para alguien que vivía al nivel del mar era una marca muy buena. Retomé el nivel que tenía cuando era niño”.
Cuando llegó el momento de elegir una carrera universitaria, Roberto no dudó en regresar a la capital. Fue durante este tiempo que comenzó la parte más seria de su entrenamiento. “Corría 800 y 1,500. Fui tercer lugar universitario dos años de 800, cuarto lugar dos años de 1,500. Seguía compitiendo en olimpiada nacional en estas pruebas”.
Si bien siempre recibió apoyo, al terminar la licenciatura, con intenciones de dedicarse de lleno al deporte, se topó con una respuesta muy común entre los padres de los atletas: “Estás loco, ponte a trabajar o estudiar una maestría”. Durante un tiempo, Roberto combinó su trabajo como profesor de la Secretaría de Educación Pública con el entrenamiento. “Trabajaba seis o siete horas diarias y entrenaba en la mañana y en la tarde. A los 25 o 26 yo seguía corriendo el 800 pero vi que mi avance era muy poco y ya estaba grande para esas pruebas. Probé en un maratón en Mérida y me fue bien. Quedé en cuarto y corrí 2:24. Ahí dije ‘este podría ser el camino para dedicarme a correr’”.
La pasión puesta a prueba
La distancia de sus competencias cambió y con ella la preparación, pero seguía enfocado en el running, hasta que enfrentó en momento más complicado de su carrera: “Fui a una competencia a Rotterdam, Holanda, e iba con la idea de meter una buena marca porque había corrido un 2:18 en Torreón. Pensaba que podía correr sobre la marca para Juegos Olímpicos. El cambio de horario me pegó muchísimo y pagué la novatez del evento. Me fue muy mal. Al regresar pensé ‘es demasiado sacrificio esto. Es demasiada inversión’. En ese momento no tenía patrocinadores y dije ‘hasta aquí llegamos’”.
Roberto dejó de correr durante tres años. Lo que lo trajo de vuelta al mundo del running fue el interés por su salud. “Yo normalmente pesaba entre 58 y 59 kilos. Llegué a pesar 65 o 66 ya con un pocentaje de grasa un poquito elevado, así que empecé a correr otra vez por salud. Pensaba que por lo menos saldría a trotar de vez en cuando”.
Hubo dos momentos en particular que añadieron combustible a lo que en ese momento era sólo una flama: “Fui a una competencia y me ganaron personas que nunca me habían ganado”, relata Roberto. “Eso me pegó”. Lo segundo fue un momento que parece extraído del guión de una película: “Un día saliendo del trabajo me regresé corriendo a casa. Me agarró un aguacero y disfrutar de nuevo de correr bajo la lluvia y sentirme libre fue lo que me hizo regresar”.
El presente y el futuro
Aunque recobró la motivación para continuar persiguiendo sus sueños, retomar el hábito no fue tan sencillo. “Regresé y me costó un poco de trabajo el tema de la disciplina. Me tomó un año pero dije ‘me voy a meter de lleno al maratón’”. Ahora cuenta con patrocinadores y ha decidido enfocarse más en cuestiones como la nutrición y la recuperación que en ocasiones resultan tan importantes como el mismo entrenamiento.
“Han salido buenas cosas. Del 2016 al 2019 corrí cuatro maratones con marcas que, si bien no eran espectaculares, eran constantes. Ya con 34 años le bajé algunos segundos a mi mejor marca. tenía 2:18:59 y terminé corriendo 2:18:13. Mi tirada era buscar abajo de 2:15 pero el maratón es impredecible. Me salió una ampolla en la planta del pie en el kilómetro 15 y del 21 al 26 corrí 5 segundos más rápido cada kilómetro entonces al final eso lo terminé pagando en los últimos 4 o 5 kilómetros”.
2:18:13 en maratón equivale a un ritmo de 3:17 por kilómetro, algo auténticamente sorprendente para cualquiera que no esté en la élite mundial. Actualmente Roberto está trabajando para mejorar esa marca y superar la barrera del 2:15. Como nos ocurrió a todos, la pandemia lo obligó a cambiar sus planes pero estamos seguros de que en cuanto se retomen los grandes maratones, lo veremos alcanzar esta meta.
Las lecciones que le ha dejado el running
Al ver correr a alguien como Roberto podrías pensar que este deporte es fácil para él: se mueve con una gracia envidiable y es capaz de hacer cosas increíbles. Sin embargo, él también tiene momentos difíciles que lo llevan a su límite. “Al final todos nos esforzamos a nuestro 100%”, explica. “Algo que he aprendido en el maratón es que es una prueba de inteligencia y hay que tratar de dejar la parte visceral fuera. Si metes arrancones muy fuertes va a haber un momento en que te quedes sin gas. La manera en la que puedes disfrutar un maratón es hacerlo al ritmo de carrera adecuado y llevar una buena suplementación”.
Además de ser un corredor profesional, Roberto es entrenador y ha ayudado a cientos de personas a lograr sus objetivos. ¿El obtáculo más común que enfrentan sus pupilos? “Que a veces los objetivos no van acorde a lo que estás dispuesto a sacrificar. La mayoría de la gente dice ‘quiero correr un maratón’, pero no entienden que eso significa entrenar por lo menos cinco días a la semana y el sábado o el domingo dedicarle tres o cuatro horas al entrenamiento. Una vez que la gente entiende eso es cuando llegan los resultados”.
Si estás pensando que eso suena muy bien pero no hay forma de que puedas correr tan rápido o tan lejos como los demás, te recomendamos que confíes en el proceso y te pongas en manos de los que saben, como Roberto. “Las limitantes físicas no existen. Yo he tenido personas que corrían a 10 minutos el kilómetro y en cuestión de año y medio ya están corriendo kilómetros a 4:30. ¿Cómo logran hacer eso? Entendiendo que es una cuestión de constancia, disciplina y sacrificio”.