Niños y adultos; hombres y mujeres; ricos y pobres, todos nos ilusionamos al ver a los mejores atletas del mundo mostrar de lo que son capaces en el campo de batalla, no importa si se trata de una cancha, pista, cuadrilátero o alberca.
Conocemos sus nombres, sus resultados previos y sus puntos fuertes, disfrutamos sus victorias y sufrimos sus derrotas. Pero no solemos pensar en lo que ocurre fuera de los reflectores. ¿Qué pasa cuando las cámaras de televisión se apagan y los diarios dedican su tinta a otras cuestiones? ¿Cómo viven y cómo se sienten estas personas durante los largos años que separan a una edición de los Juegos Olímpicos de la siguiente?
Platicamos al respecto con Carolina Mendoza, una mujer que ha dedicado su vida al alto rendimiento. Es una de las clavadistas más destacadas de este país y está a punto de acudir a sus segundos Juegos Olímpicos. Esto es lo que nos dijo.
El deporte en la sangre
“Siempre me ha gustado mucho el agua”, cuenta Carolina. “Desde que era chiquita. Además, practiqué gimnasia durante mucho tiempo, como seis años, entonces me gustaba mucho dar vueltas y sentir adrenalina”. Tenía sólo 10 años cuando decidió que quería probar con uno de los deportes más exigentes y vistosos que existen: “Le dije a mi mamá que quería hacer clavados. Ella consiguió el contacto de un entrenador y me metieron al CNAR a entrenar. Me enamoré. Al año le dije a mi mamá que quería vivir aquí y quedarme en este deporte”.
Pocas personas encuentran su vocación tan pronto y en el caso de Carolina fue gracias al amor de su familia por el deporte. “Mi núcleo familiar me impulsó siempre, mi mamá y mi papá siempre nos llevaron a mí y a mis hermanos a varios deportes. Hicimos de todo y yo fui la única que se quedó en la línea deportiva. Mis padres son los que siempre me han apoyado en todas mis decisiones, me han dejado ser muy libre”, relata.
Comprometida al 100%
Desde muy joven, Carolina se acostumbró a estar lejos de casa, enfocada de lleno en perfeccionar su disciplina. Con 11 años ingresó al CNAR y apenas cuatro años después ya se encontraba en Londres, enfrentando a las mejores del mundo. Si bien reconoce que en esa ocasión el resultado no fue el que hubiera querido, sabe que esta experiencia la hizo crecer y convertirse en la atleta y mujer que es ahora.
“He madurado muchísimo desde Londres”, afirma. “Soy consciente de que en ese entonces era una niña. Tenía 15 años y no tenía experiencia, no había ido a muchas competencias internacionales y no sabía manejar la presión. Tuve una muy mala experiencia la verdad y después perderme Río fue algo muy amargo para mí, pero me ayudó muchísimo. Agradezco todo lo que me ha pasado y las decisiones que he tomado. Creo que estos años me han ayudado mucho a madurar esa parte mental como atleta y como persona”.
Objetivo Tokio
Han pasado nueve años desde que esa niña de 15 años se paró en la plataforma del London Aquatics Centre. Carolina está lista para hacerlo de nuevo, aunque esta vez el evento serán sincronizados en trampolín de tres metros junto con Dolores Hernández, en vez de plataforma de 10 m individual, y la sede será Tokio.
“Definitivamente voy con otra mentalidad y con otro objetivo”, asegura. “En esta ocasión va a ser diferente pero creo que va a ser muy especial. Los que vamos viviremos una experiencia única”.
Sobre el anuncio de que no habrá público en las gradas, Carolina afirma que sí sentirán la diferencia. “Algo que me impresionó mucho en Londres fue la cantidad de gente que había en las gradas y afuera apoyando. Nunca lo había vivido y no lo he vivido más que en esos Juegos. Sí se va a sentir esa falta de ruido, pero ahí va a estar el equipo, apoyándonos unos a otros como hemos hecho en competencias anteriores y obviamente tendremos en nuestro pensamiento a toda nuestra gente aquí en México que nos va a estar apoyando”.
Carolina y Dolores han formado una gran mancuerna, esto les permitió ganar el control técnico que determinó los boletos para Tokio y les brinda grandes probabilidades de llevarse una medalla. “Nos hemos acoplado muy bien. Yo llegué al equipo de Ma Jin (entrenadora de la selección mexicana de clavados) en 2018 y desde entonces ese era el plan, hacer sincronizados con ella. Lola lleva el ritmo, cuenta y es quien lleva la pauta. La verdad es que no nos costó trabajo acoplarnos para nada”.
La importancia de una buena actitud
La vida de un atleta de alto rendimiento está plagada de obstáculos y aprender a distinguir entre lo que el atleta puede (y debe) cambiar y aquello que está fuera de sus manos, es la clase de madurez que se obtiene sólo con el tiempo y la experiencia. Carolina está en ese punto en su carrera.
“Lo que está en mis manos lo voy a hacer al 100%”, afirma. “Creo que lo más importante siempre es la actitud. A pesar de los problemas, si te mantienes positivo y tu mente está clara creo que puedes ver un panorama mucho más abierto, con más opciones y posibilidades”.
Esto impacta lo que ocurre tanto en la fosa como afuera y un buen ejemplo es la pandemia de covid, algo que, naturalmente, está fuera del control de todos. “Traté de verle el lado bueno a lo que estábamos viviendo porque los hechos estaban ahí, no podíamos cambiar lo que estaba sucediendo, entonces sólo era cuestión de cómo veíamos las cosas y la actitud que tomáramos frente a eso. Intento ver el hecho en sí, sin juzgarlo y trato de buscar una solución”.
El talento y la dedicación los tiene desde que era muy pequeña. Lo que ha cambiado en estos nueve años es que ha añadido experiencia y madurez a su arsenal. Se trata de una combinación ganadora. No podemos esperar para ver lo que logra Carolina Mendoza en Tokio 2020.