Tenemos que reconocer una verdad incómoda: como sociedad, no tenemos una relación saludable con la comida. Esto no sólo significa que consumimos mucho de lo que deberíamos consumir poco y viceversa, lo cual es cierto en términos generales, sino que la forma en que pensamos en la comida suele estar basada en malentendidos o abierta manipulación. Vamos a desmenuzar este tema con ayuda de Matías Marchetti, nutriólogo y especialista en cambios conductuales en la familia y en el deporte.
Empecemos diciendo que en cuanto a nutrición resulta ilusorio hablar sobre un “normal”. “¿Qué es normal?”, se pregunta Matías. “¿Qué pasa cuando yo soy un deportista y tengo expectativas de nutrición muy diferentes a las de una persona que tiene obesidad o sobrepeso? Las recomendaciones de salud masivas terminan siendo insuficientes”.
Cada individuo es distinto y, por tanto, tiene necesidades y objetivos específicos. Es importante tomar esto en cuenta al emitir recomendaciones. Un buen ejemplo de esto, de acuerdo con Matías, es el azúcar. “Todo el mundo sabe que consumir azúcar refinada es nocivo para la salud. Esa es la normalidad. Esa normalidad en su contexto es algo adecuado pero cuando se ve desde afuera se puede interpretar distinto, por ejemplo cuando un deportista de alto rendimiento le pone una cucharadita de sacarosa a su bebida deportiva después de hacer cuatro o cinco horas de actividad física”.
¿La lección detrás de todo esto? El contexto importa y no podemos creer todo lo que escuchamos. “Necesitamos cuestionar y filtrar la información que nos llega para ver si se adecúa a nuestra realidad y nuestros objetivos”, dice Matías. “Quizá la normalidad que le funciona a otra persona termina por perjudicarte si estás buscando algo distinto”.
¿Qué es lo que propone Matías Marchetti?
Hay que transitar hacia un nuevo paradigma en lo que se refiere a nutrición, pero antes de abordarlo, hablemos sobre el que debemos dejar atrás: “en el viejo paradigma, uno se descuidaba todo el tiempo hasta que aparecían las vacaciones y con ellas un objetivo. Era una cuestión de sacrificio y privarse de alimentos, de pagar el precio por todo lo que abusamos antes”. Esto conduce a un círculo vicioso en el que se abusa de la comida, luego la persona se siente mal y sufre para perder peso, sólo para desesperarse y volver al punto de inicio.
Lo que propone Matías, y algo con lo que estamos completamente de acuerdo, es cambiar nuestra actitud; la forma en que vemos el tema de la nutrición. “Hay que enamorarse del proceso, informarse y tener el tiempo suficiente para conectarse con la alimentación consciente. Esto va alineado con una satisfacción a largo plazo de vernos y sentirnos bien”. Esto, por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo y lo más recomendable es contar con un acompañamiento profesional que nos lleve a un mejor entendimiento de los múltiples factores que inciden en cómo nos vemos, cómo nos sentimos y cómo rendimos día con día.
Este elemento, el de contar con asesoría de un experto, es clave ya que en ocasiones resulta difícil determinar a quién debemos hacerle caso. “Un estudio científico por un profesional muchas veces tiene menos credibilidad que una persona que es simplemente un influencer”, explica. “Esto se relaciona con la compra de productos y soluciones mágicas. Hay que crear un criterio a la hora de recibir información y discernir qué está bien y qué está mal”.
El problema de las promesas vacías
No existen las soluciones mágicas. Lo que solía presentarse a manera de infomerciales en la televisión, ahora aparece en nuestros feeds de redes sociales. La realidad es que este tipo de soluciones no sólo implican una pérdida de dinero, sino que pueden impactar negativamente la autoestima. Llevan a las personas a pensar “lo he intentado todo y no me funciona, debe haber algo malo conmigo”.
Transitar de esta perspectiva negativa hacia una de aceptación y comprensión de la nutrición como una red compleja en la que interactúan diversos factores es el único camino hacia un progreso sostenible, tanto en términos de composición física como de bienestar emocional.
Sobre las dietas de moda, Matías afirma que deben verse como herramientas, pero tampoco son soluciones perfectas y deben adaptarse a la persona. “Hay que entender que la alimentación paleo, keto, mediterránea, etc. no es la panacea para todo el mundo”, afirma. “La dieta tiene que adherirse a tus conceptos, cultura, gustos, forma de vida y fisolosofía. La que da resultado real a largo plazo es la que genera mayor adherencia“.
Al igual que ocurre con el entrenamiento, no sirve de nada ser muy disciplinado durante algunas semanas y luego echar todo por la borda debido al cansancio o el hastío. No te comprometas a entrenar dos veces por día durante dos horas. Lo que ocurrirá es que te lesionarás o perderás la motivación pronto. Será mejor un entrenamiento progresivo y que se adapte a tus horarios y objetivos. Lo mismo con la nutrición, es mejor un régimen flexible y balanceado que una dieta demasiado restrictiva.
Matías es el creador de las denominadas “Marchetti Rules”, con las que busca “empoderar a las personas en la toma de decisiones que los acerquen a sus objetivos con respecto a hábitos de alimentación y de vida”. Si quieres saber más sobre este tema y el trabajo que realiza Matías ve a su sitio web. Ahí podrás suscribirte a su newsletter y agendar una consulta con él.
En resumen
Cada individuo es distinto y, por tanto, tiene necesidades y objetivos específicos. Es importante tener esto en mente al adoptar un plan de alimentación. Matías Marchetti propone dejar atrás el viejo paradigma de ver la dieta como un castigo o como un sacrificio temporal para obtener un objetivo específico, y transitar hacia una forma consciente de comer que esté en línea con tus necesidades particulares.